¡Oh, Santo Venerado!, Tú que pasaste tu vida en la soledad, en una ermita humilde y retirada. Que no pensaste en el mundo ni en sus goces. Que ahora estás sentado a la diestra de Dios Padre, te pedimos que intercedas por nosotros para que Él nos extienda su bendita mano y nos socorra, ilumine nuestra mente, aumente nuestra fe, y fortifique nuestra voluntad para continuar nuestras oraciones y súplicas ante ti y todos los santos. ¡Oh, San Charbel! que haces milagros y realizas prodigios sobrenaturales, que curas a los enfermos y devuelves la razón a los perturbados, que devuelves la vista a los ciegos y el movimiento a los paralíticos, míranos con piedad, y otórganos la gracia………..que te imploramos. Ayúdanos para hacer el bien y evitar el mal. Pedimos tu intercesión en todo momento y sobre todo en la hora de nuestra muerte. Amén.